El nuevo rumbo del sector turismo

Los
consecutivos cambios en la dirección del Viceministerio de Turismo
lamentablemente no sorprenden a nadie, considerando
la poca importancia que los sucesivos gobiernos de turno le han dado a nuestro
sector. No solamente se ha designado a funcionarios con poca o nula experiencia
en el sector, sino que los recursos asignados para el desarrollo turístico del
país han sido paupérrimos, e incluso se han dejado de lado a las regiones, que,
más allá de las herramientas de gestión necesarias para el desarrollo del
sector, carecen de lineamientos de política nacionales e incluso regionales.
Desde que se lanzó el Plan Maestro
del sector Turismo, hace casi 20 años, no hay un verdadero Plan País, que trace
la ruta para el ordenado desarrollo del sector, y en cambio, se ha posicionado
a los “Planes Estratégicos del sector Turismo” que, tristemente, solo han
servido para adornar estantes y cumplir “metas”. Los PENTURES y PERTURES (a
nivel regional) son poco útiles pues no priorizan destinos, ni corredores, ni
circuitos; no asignan presupuestos; ni responsabilidades; ni cronogramas de
ejecución. Esto, extrañamente, parece no haber sido advertido por las gestiones
desde entonces.
Para el desarrollo del turismo en
el Perú, se requiere de una Política de Estado de largo plazo, que, de manera
estratégica, busque la articulación intersectorial de los planes con las
grandes inversiones de infraestructura que se hacen, y así aprovechar de manera
sostenible recursos como playas, nevados, lagunas y la Amazonía en general,
entendiendo que la riqueza turística del Perú va más allá de Cusco y el
circuito sur que lo rodea. El resto del país sigue esperando políticas
adecuadas para el desarrollo turístico.
Hoy, la situación se pone peor. Si
ya nos preocupaba la anterior designación de la Abogada Liz Chirinos como
viceministra, con escasa experiencia en la gestión del turismo y un
desconocimiento preocupante de la realidad país, afirmación que se pudo
comprobar con sus propias acciones en este año de gestión; vemos nuevamente una
designación que es realmente alarmante.
Nuestro nuevo viceministro de
Turismo no sólo no tiene experiencia real en la gestión del turismo, y el único
reconocimiento palpable es haber dirigido el Plan COPESCO Nacional por casi dos
años cuando fue designado por el tristemente célebre ex viceministro Lic. Roger
Valencia, quien pasó por dichos diversos cargos dejando todo igual o peor de
cuando lo encontró.
Es realmente alarmante lo que el
Plan COPESCO Nacional deja detrás en una nefasta gestión, y solo para señalar
algunas:
– Plaza de Armas de Chachapoyas
que la Municipalidad y población se niegan a recibir por tener serios problemas
en la ejecución de la obra.
– Acondicionamiento del Lago Yarinacocha que tuvo problemas de inundación antes
de su inauguración.
– Colapso del techo en la intervención en el Complejo de Baños del Inca en
Cajamarca.
Además de los procesos de
contratación que el 2018 ha registrado, con convocatorias declaradas desiertas
hasta seis veces; principalmente por errores en los términos de referencia y en
el que los ganadores deberían de bajar su presupuesto hasta un 20%, resultando
proyectos de una calidad cuestionable.
En ese orden de ideas, se requiere
la designación en la conducción del sector, de profesionales con experiencia en
la planificación y gestión del turismo, con conocimiento tangible de la realidad
del país. No se puede seguir probando cuadros con profesionales con poco o nulo
conocimiento de la gestión del sector.
Es realmente preocupante el futuro
del turismo en el Perú, y es el Estado el llamado a marcar la pauta y la
política estratégica a largo plazo. Por ello, se espera que los gremios
representativos del sector nacional y regional se pronuncien y demanden al
Gobierno Nacional más seriedad y profesionalismo para el sector turismo.
Miremos lo que hacen los países vecinos como Colombia y Chile en la gestión del
turismo. Las grandes reformas son necesarias para reorientar el destino del
país, y no sean las multinacionales o los consorcios los que monopolicen el
servicio turístico, la competencia genera valor y oportunidades de innovación.
Las alianzas público privadas,
concesiones y convenios no pueden ser llevados como se ha registrado estas
últimas décadas, al final, resultan poco conveniente a los intereses de la
población, de las regiones y del crecimiento del país, centrándonos en solo el beneficio
de unos pocos actores. Si queremos buscar el desarrollo, está en el cambio de
reglas, las promesas y los buenos deseos ya no debe ser parte del discurso
político ni técnico.
Fuente: Centro de Investigación en Turismo y Desarrollo
Sostenible